La calefacción concentra en España el 47% del consumo energético de un hogar. El poder del gas ha favorecido desde los años 70 la construcción de una red de distribución que ha supuesto la masificación de calderas individuales en las ciudades, que hace muy difícil una transición ecológica hacia las energías renovables, como sí está ocurriendo en Europa de forma más rápida y sencilla.
A pesar de ello, el uso tradicional de la biomasa se ha mantenido en gran parte de la sociedad rural y de la industria agroalimentaria y forestal. En torno al 14% de la calefacción en España se genera con biomasa Y de ese porcentaje, más del 30% corresponde a chimeneas, estufas y calderas modernas, una cifra que apenas alcanzaba el 8% hace diez años.
Este cambio se debe en gran medida a que la biomasa ha ganado presencia en el mix energético español año a año. Cada son más los consumidores que eligen biomasa como combustible de calefacción en lugar de combustibles fósiles, como el gasóleo o el gas, que además de incidir en el cambio climático, debido a sus emisiones nocivas, también afecta negativamente a la economía, tanto de familias como a nivel nacional.
En la última década se ha pasado de 9.600 instalaciones en 2008 a las 244.197 de 2017, aunque el mayor crecimiento se ha registrado en los tres últimos años, en los que se ha duplicado el número de equipos.
En el conjunto de España, la mayor parte de estas instalaciones son estufas de pellets (217.790), frente a 15.755 calderas de biomasa de uso doméstico con potencia inferior a los 50 kW; y 11.336 de uso industrial o colectivo con potencias mayores o iguales a 50kW.
Las ventajas que ofrecen los modernos equipos de calefacción con biomasa ha acelerado la sustitución de las instalaciones tradicionales por las nuevas opciones tecnológicamente avanzadas que ofrece la biomasa. Y no solo el cambio de los sistemas tradicionales, sino los alimentados por los combustibles fósiles.
El cambio más importante se está produciendo en el sector residencial, especialmente en viviendas independientes, tipo unifamiliar o chalet. Pero también en la industria, donde los equipos tecnificados van ganando terreno a las instalaciones convencionales: los secaderos de madera y otras industrias madereras, por un lado; y las granjas e industrias alimentarias, por otro, están modernizando sus instalaciones con el fin de mejorar su eficiencia energética y reducir sus costes de operación.
Esta tendencia ha incidido en la actividad tradicional de aprovechamiento de leña, aunque también se está profesionalizando y se mantiene estable, mientras que los aprovechamientos particulares, como son las podas de frutales, olivares y otras especies forestales, son los que reducen poco a poco debido sobre todo al abandono y envejecimiento rural.