El uso térmico de la biomasa ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años gracias a la tecnificación de los equipos. En poco tiempo se ha pasado de usar leña (con los inconvenientes que esto suponía) al consumo de pellets de madera, que conlleva un mayor confort, versatilidad y limpieza, a la vez que se mantienen las ventajas medioambientales y el precio.
El incremento del uso de la biomasa tiene una gran importancia medioambiental en la conservación de los bosques y pinares, además de contribuir al mantenimiento del empleo local y, por tanto, de las economías locales. Es una solución que aporta calidad de vida a los usuarios y supone un ahorro económico a familias, empresas y administraciones.
La energía renovable más importante en Europa
La biomasa es la energía renovable más importante en Europa, ya que concentra el 63% de producción de las renovables. Y si se atiende únicamente a su uso térmico —es decir, la calefacción—, donde la biomasa es muy competitiva, la biomasa es una tendencia generalizada, que ya supone el 16% de la calefacción. Otras energías renovables empleadas son la solar térmica, que aporta el 0,41%, o la geotérmica, con el 0,14%.
En los últimos años se han instalado en Europa unos a 4,5 millones de estufas y calderas de biomasa de alta eficiencia, según los datos arrojados por la encuesta EPC 2017. Estos equipos y los más de 315.000 profesionales de este sector son los que han permitido que se use biomasa de origen local y de forma sostenible, en lugar de haber requerido un consumo equivalente a unos 98.000 millones de litros de gasóleo para calefacción.
Las previsiones del sector apuntan a un crecimiento sostenido en número de instalaciones en los próximos años, al tiempo que se mejora la eficiencia energética de todos los equipos, con el fin de generar cada vez más energía con la misma cantidad de biomasa y garantizando seguridad de suministro ante el inevitable agotamiento de los recursos fósiles, como por ejemplo el gas y el petróleo.