El Palacio de Pedralbes de Barcelona ha sido uno de los últimos edificios singulares de la geografía nacional en incorporar equipos alimentados con biomasa para usos térmicos, es decir, para cubrir la demanda de calor y Agua Caliente Sanitaria (ACS).
El edificio, declarado Bien de Interés Cultural, ha renovado sus instalaciones con una caldera Herz firematic de 500 kW, que se abastece de pellet de madera, y que sustituye a las dos obsoletas calderas de gas instaladas hace casi 40 años. Superada la vida útil de estos equipos y con un rendimiento actual desfasado respecto de los valores actuales de eficiencia energética, el proyecto de renovación del recinto ha apostado por cambiar la fuente de energía y pasarse a la biomasa. Con esta acción en el edificio principal del complejo, que dispone de 8.082 m², se priorizan los criterios eficientes y se cumple con las directivas europeas de reducción de emisiones de CO2.
La lista de construcciones monumentales que se han decantado por la tecnología austriaca que ofrece la firma catalana la engrosan: la Abadía de Monserrat (Barcelona); el Monasterio de San Pedro de Cardeña, en Castrillo del Val (Burgos); el Monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos); el Monasterio de la Estrella en San Asensio (La Rioja); y el Santuario de Javier (Navarra).
Y aunque los equipos alimentados con pellet y astilla parecen ajustarse a la perfección a las demandas de estos templos, la conclusión de que la biomasa era la mejor solución energética no llegó por inspiración divina. De hecho los argumentos esgrimidos por los responsables de Patrimonio de los diferentes entes territoriales, fueron más terrenales. Todos estos edificios singulares se caracterizan por sus grandes dimensiones que, si bien son difíciles de climatizar, disponen del espacio suficiente para el almacenamiento del biocombustible sólido.
Otra de las peculiaridades que comparten estas construcciones es que se encuentran alejadas de los núcleos urbanos, emplazadas en puntos que no disponen de la canalización necesaria para hacer llegar el gas natural, y suelen cubrir su demanda de energía con gasóleo o propano, más caros que el gas natural. En estos casos, “la biomasa resulta una solución energética muy competitiva”, asegura Xavier Piñero, ingeniero y director comercial de Termosun, que considera al gas natural como “un duro rival para la biomasa”.
AHORRO, EFICIENCIA E IMAGEN
Lo cierto es que detrás de cada una de estas instalaciones se esconde una historia, generalmente de ahorro en la factura energética, aunque en la decisión final del cambio a biomasa confluyen otros factores. “Al final, en el 95% de los casos, el condicionante que más pesa es el económico, aunque también influyen otras circunstancias como, por ejemplo, el aprovechamiento forestal que se practique en la zona, que es determinante para garantizar el suministro de biocombustible a un buen precio“, comenta Piñero.
La mejora en la clasificación energética del edificio y la necesidad de proyectar una imagen comprometida y respetuosa con el medio ambiente también intervienen en la decisión, porque según el representante de Termosun, “a veces se atiende al cumplimiento de una directiva de la autoridad local que obliga a una reducción de emisiones de CO2 a nivel municipal”, y el consumo energético de estos edificios tiene un peso importante en este balance.
El tamaño de estos monasterios, santuarios y abadías los convierte en grandes instalaciones con altos costes energéticos, por lo que los ahorros directos resultan también elevados. El ahorro que genera el uso de biocombustible oscila, según las particularidades de cada caso, entre el 20% y el 50%, en función de la referencia que tomemos: el pellet en relación al gas natural, el pellet en relación al gasóleo, o la astilla referenciada al gas natural o al gasóleo. Aunque se dan casos de ahorro de hasta el 70% cuando la instalación se circunscribe a un municipio con abundante residuo industrial de la madera o el propio municipio es propietario forestal.
En el caso de la Abadía de Montserrat, el contrato con la propiedad recogía una propuesta de ahorro de entre el 10% y el 20% de su factura, durante 10 años, a través de la modalidad de compra de energía a la Empresa de Servicios Energéticos (ESE) contratada, que asume la inversión de la instalación, que pasa a ser propiedad de la Abadía, tras esos 10 primeros años.
En opinión del directivo de Termosun lo difícil en este tipo de edificios singulares es conseguir captar el primero. Una vez que se demuestra el buen funcionamiento y el ahorro que genera la biomasa en el primero, no tardan en llegar proyectos similares. Otras de las edificaciones representativas que abastecen sus necesidades de calefacción con equipos de la misma marca son la sede de la Presidencia de la Junta de Castilla y León (Valladolid) y el Fundación Museo de Atapuerca en Ibeas de Juarros (Burgos).
Aunque también encontramos otros ejemplos en instalaciones de uso residencial, sanitario, educativo o deportivo. En la estación de esquí de La Molina, en el Pirineo Catalán, el consumo anual de gasóleo se cifra en 98.840 euros, actualmente su instalación de biomasa funcionaría empleando astilla por valor de 38.662 euros. Sin embargo, el coste se reduce aún más en este caso, porque más del 50% la astilla proviene de sus instalaciones, haciendo que el coste directo de esta astilla este rondando los 15.000 euros, y superando ahorros del 80%.
TERMOSUN y HERZ son firmas expositoras en EXPOBIOMASA