El verdadero desafío del sector no radica sólo en reemplazar las contaminantes calderas de gasoil o gas, sino también instalaciones de biomasa antiguas e ineficientes con instalaciones modernas. Las estufas y calderas de biomasa ya no están asociadas con aparatos arcaicos para obtener calor, sino que la actual tecnología garantiza que la alta eficiencia va de la mano con las bajas emisiones.
Según los últimos datos publicados sobre un análisis de Agencia Francesa de Medioambiente y Energía (www.ademe.fr) al cambiar en una vivienda una vieja estufa de leña por una de pellet o una moderna de leña se consiguen mejoras considerables en el rendimiento, y se disminuyen muchísimo las emisiones de monóxido de carbono y de partículas. Económicamente, la mejora de rendimiento provocada por el cambio aporta un ahorro significativo al reducir considerablemente la compra de pellets o leña para obtener la misma cantidad de calor.
Haciendo el mismo uso por parte de los propietarios de la vivienda, los datos medios del estudio son que el cambio de un equipo de 27 años de antigüedad por una estufa nueva de pellet mejora el rendimiento un 34% y reduce las emisiones de CO un 88%. Si el cambio es por una moderna estufa o chimenea de leña el rendimiento mejora un 16% y las emisiones de monóxido de oxígeno se reducen un 57%. La reducción de partículas en el estudio es del 52% de media.