Dinamarca es uno de los pocos países en el mundo que ha desvinculado el crecimiento económico de la demanda energética gracias a sus políticas de promoción de la eficiencia energética y las energías renovables, especialmente la eólica y la bioenergía. Estás políticas, iniciadas en la década de los 80 han propiciado la creación de una importante industria dedicada al desarrollo y fabricación de tecnologías y equipos relacionados con el sector de la biomasa y el biogás.